UNA HISTORIA QUE NACE DEL INSTINTO
En 1881, Félix Azpilicueta sigue su instinto y recupera un viñedo familiar en Fuenmayor, Rioja Alta. Poco a poco, este pequeño sueño se convierte en la prestigiosa bodega que es hoy, más de 150 años más tarde.
LOS INICIOS
Después de casarse con Gregoria Gonzalo Torrealba, inicia sus negocios de venta y elaboración de vinos, dedicándose, sobre todo, a la exportación a Francia. Años más tarde, en 1881, fundaría Bodegas el Romeral que pronto abriría sucursales en Logroño, Santander, Bilbao y San Sebastián. La construye junto a la vía del tren pensando en la exportación, colaborando así en la creación del Barrio de la Estación donde vivirían algunos de sus trabajadores y hasta él mismo.
COMPROMISO
CON LA REGIÓN
En 1883 se erige por segunda vez como alcalde de Fuenmayor y diputado provincial, costeando la construcción de la primera acera del pueblo. Años más tarde, durante el 98 y 99 y para combatir la filoxera que se extendía por España, Félix Azpilicueta introdujo la vid americana. Un portainjerto que lograría retrasar la expansión de la filoxera en esta región casi dos décadas.
SIEMPRE
PIONERO
40 años después de su llegada al corazón de la Rioja, Félix construye la nueva bodega el Romeral, la más avanzada de su época. Introdujo innovaciones punteras como el revestimiento de los depósitos con baldosas de vidrio o un cuadro central desde el que se manejaba toda la bodega. El pueblo de Fuenmayor le rinde homenaje poniéndole su nombre a la que se conocía previamente como “Plaza del Progreso”.
UN LEGADO
QUE CONTINÚA
Desde 1927 la bodega se transfirió a sus herederos y, otros 40 años más tarde, se construye la Bodega Nueva, bodega de vanguardia que tomó como modelo el diseño de la que construyese Félix Azpilicueta en 1913. Al comenzar los 90, Azpilicueta marca la línea futura de sus vinos, centrándose en recuperar el estilo de los antiguos crianza y reserva, basados en las variedades tradicionales (Tempranillo, Graciano y Mazuelo).